lunes, 2 de noviembre de 2009

Identidad: entre la razón y la verdad


La verdad y compresión del ser es la metáfora de la razón. Es por ello que cada persona debe analizar, a través de su conciencia superior, el objetivo de su personalidad, desarrollando la identidad, socialmente irracional en la mayoría de los casos.

Creer en nuestra verdad nos demuestra aquello que no demostramos.

Como dijo alguna vez un Hombre: “El caos de la vida es la paradoja de una sociedad”.

“Nuestra” sociedad es la primera, de muchas, y la última gota que derramará el vaso, es decir, cada persona perjudica o es perjudicada en su dignidad, que afecta potencialmente su identidad, produciendo así acciones recíprocas constantes.

Desde el principio de los tiempos existen organizaciones específicamente biológicas muy complejas, pero que no tienen como núcleo la razón. A medida que pasaron los años se fueron presentando los hechos base, como la evolución que llegó al objetivo, y así sucesivamente hasta formar seres que a su vez fueron creando un ambiente adaptado a su medio que fue entonces desarrollándose artificialmente.

Comenzando con una conciencia ortodopsa, y manejado por el, todavía muy presente, instinto animal, el “ser humano” a través de la variada y basta recopilación de datos que transformó en información, creció aún más, construyéndose pieza a pieza espiritualmente.

Este progreso los determinó como entes superiores independientes que dependen de su medio, con razón y conciencia, es decir, sistemas sociales.

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